Mi novio, de exámenes; mi bestfriend, en su casa gallega; y el resto de pajarólogos en menesteres más urgentes. Si es que los alrededores de febrero son intocables para, como mínimo, los subveintiséis. Y yo, con antojo de campo. Pues nada, que me he liado la manta a la cabeza (¡qué expresión más rara!) y me he escapado esta tarde conmigo misma a la Dehesa de la Villa, que anunciaban las temperaturas y los foros que bullía de vida alada.
La zona es un gran pinar que hace las veces de antesala de la Casa de Campo y del Monte del Pardo, con sus nada despreciables 60 hectáreas que lindan con el bullicio del Madrid más conocido y con una central nuclear (que dicen los viejos paseantes :S), llena de cuestas, de pinos enormes y retorcidos y de mucha y muy variada vida. Pero como siempre ¿y como no?, no está exento este paraje de problemas de conservación, pues lo quieren aparquesar a lo tradicional y sacrificar su belleza más silvestre en pro de hacerlo más accesible, iluminado y paseable, creyendo con ello que se hará más deseable y atractivo. Pero a este propósito no solo se oponen "esos ecologistas de siempre" si no que también lo hacen los vecinos de la zona, a traves de la plataforma Salvemos la Dehesa de la Villa, por lo que seguramente seguirá siendo un bosque en la ciudad.
Loxia curvirostra (piquituerto común): mi nuevo bimbo, en la Dehesa de la Villa
1 comentario:
¿¿¿Central nuclear???
Enhorabuena por el piquituerto, bestfrienda ;-)
Publicar un comentario