lunes, 30 de agosto de 2010

Amsterdam, mil colores.

Cambio de país. Estrenamos agosto en Amsterdam, la ciudad del vicio. Y sí, olor a hierba (y no césped, precisamente) en cada rincón, ojos turistas enrojecidos tras unas gafas que poco esconden y no hacen más que llamar la atención sobre el estado eufórico de su portador y prostitutas más que guapas exhibiéndose sin miramientos tras escaparates a pie de calle en un barrio rojo de nombre y apariencia. Culto al sexo y la libertad, cientos de orígenes en las calles, millones de bicis. Amsterdam es todo eso, pero también mucho más. Es una ciudad divertida, muy liberal, donde no hay más que sentarse en su plaza más céntrica para darte de cuenta de lo difícil que es aburrirse con tan solo mirar.

Siguiendo con nuestra inmersión en la segunda guerra mundial, arrastrada desde la primera ciudad, visitamos la casa de Ana Frank. Es una visita emotiva y me hubiera arrepentido de no entrar, pero la verdad es que la casa remodelada y sin un triste mueble, tras pagar los 8,5 euros de entrada (sin posibilidad de descuento) deja bastante que desear. Para mí, se salva por la historia perfectamente desglosada mediante carteles y los videos con conferencias de familiares y amigos de la niña que te dejan con un nudo en la garganta y la lagrimilla asomando.

Además, visitamos el museo del sexo, el de Van Gogh y pateamos todo lo pateable por la ciudad. Todavía nos quedaban muchos kilómetros.
En uno de tanto canales somethingraach

Con una Marilyn poco agraciada en el museo del sexo.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Brujas, romántica y coqueta

El día 27 de julio cogimos nuestro primer tren del viaje (exceptualdo los de cercanías de Bruselas). Una gran decepción. Viejo y lento. Bueno... será porque es una distancia cortita, seguro que los internacionales son mucho mejores. Pues no, viejos y lentos también, pero ya llegaremos a eso.

Brujas es una ciudad muy turística, cuyo casco antiguo, un verdadero fósil viviente de la época medieval, está merecidamente declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2000. Su nombre, que en español incita a pensar en cuentos misteriosos y leyendas de la ciudad, no es más que un derivado del noruego Bryggia, que significa puentes, ya que la ciudad cuenta con numerosos canales y por tanto, muchos puentes para atravesarlos.

Allí, durante tres días, callejeamos, gastamos más de 300 fotos y detrás de cada esquina encontrábamos un nuevo rincón digno de admirar. Salvo en sus dos plazas, Markt y Burg, no cuenta con edificios impresionantes, llenos de ornamentos dorados y tejados de bronce verdeados, ni cuádrigas y estatuas imponentes. Sin ello, Brujas es una ciudad pequeñas, encantadora, limpia y con un aire tranquilo, seguro y muy romántico. ¿Que con qué me quedo? Pues con la última frase, aunque aquí os enseñe, precisamente, la plaza del Mercado (Markt), pero es que la foto merece la pena.

Bruselas, la sorpresa

Llegamos el día 26 de julio a Bruselas.... No. Llegamos el día 26 de julio a Charleroi, un pueblo a 60 km. de Bruselas donde Ryanair tiene su aeropuerto. Además, llegamos tarde. Tras pagar más de 20 euros por un autobús que nos llevara a Bruselas, confundirnos con los trenes y rodar por la ciudad perdidos cosa de tres horas con 10,5 kilos de macuto a la espalda... llegamos al albergue. Mal empezábamos.

Pero no era plan de enfurruñarnos por el horrible comienzo, así que descargamos las espaldas y nos dirigimos al centro, a la Grande Place, promocionada como la más bella de todas las ciudades de Europa. No puedo negarlo. Nos habíamos tomado la ciudad de Bruselas como de paso, sin mucho interés, por eso solo reservamos una noche allí, pero la verdad es que me quedé con ganas de pasar más tiempo en la capital belga, así que será un buen aliciente para volver.

Además de la mencionada plaza, visitamos el minúsculo y obligado Menneken Pis (niño meón), su réplica femenina (Jeanneke Pis), el museo de historia militar y el Atomium.

Personalmente, me quedo con el marcado contraste entre los edificios antiguos, con sus ornamentos exagerados y enrevesados y los nuevos, gigantes acristalados al servicio de la capital europea.

Cronica del InterRail anunciado.

Pues ya hemos vuelto. Cansados y contentos, como todo el mundo después de las vacaciones. Ha sido un viaje casi a pedir de boca, con pocos contratiempos e imprevistos, aunque sí algunos, completito, divertido y hasta didáctico.

¿Empezamos por Bruselas?