jueves, 7 de julio de 2011

Campo sin niños

Por mucho que me encante trabajar, caminar, aprender y disfrutar en el campo con niños, tengo que reconocer que, tras una larga temporada de excursiones, se agradece salir al monte en relativo silencio. Para celebrar el trabajo bien hecho, para que sirviera de despedida de verano o con la excusa que más os guste por bandera, ayer nos fuimos un reducido grupo de mundoazuleros a pasar la jornada en la Sierra, en concreto, en las inmediaciones de Rascafría. Elegimos, casi por casualidad, una ruta poco concurrida (acierto), a la vera el río Angostura, sombreada (gran acierto) y terminando en una poza que llamaba a darse un chapuzón, aunque la única que se atrevió finalmente fue una servidora.

Además de la grata compañia humana, se dejaron ver y disfrutar cantidad de bichos bonitos, como buitres leonados y negros, un precioso abejero europeo y mirlos acuáticos, entre otras aves. Pero sin duda los coloridos protagonistas de ayer fueron las mariposas y caballitos del diablo, que se contaban por decenas y aportaban la nota de color al paseo. Para muestra, un botón:


Esfinge del pino Hyloicus pinastri. Esta pobre estaba moribunda, casi invisible sobre una roca al lado del río. Sirin la encontró para nosotros.




Siempre llamativa, no me canso de ver, cada verano, al pavo real Inachis io.




Este caballito del diablo es, si no me equivoco, Calopteryx virgo. Los había "a patadas" y estaban tan entretenidos y confiados, que no se preocupaban de que fuera o no la mano de un humano el posadero más apropiado para sus cucamonas de cortejo.