Mi entrada en el año

Imagino que la mayoría de vosotros habréis comenzado este 2008 como mucho otros años: quizá con muchas propuestas en la mente y una noche de fiesta todos guapos y peripuestos, que acabaría en una borrachera más o menos acusada y el resto del primer día, durmiéndola plácidamente. Pues bien, a mí el 2008 me ha regalado ya una enorme infección de anginas que no me dejan ni tragar y que empezaron su batalla contra mi sistema inmune justo en Nochevieja, mientras viajabamos Ani, Cris y yo a León para celebrar la ocasión. Menos mal que fui algo prudente y no bebí nada más que un vaso de leche con Nesquik y ni siquiera salí de casa porque si hubiera obrado de otro modo, quizá ahora estaríais en mi funeral... En fin, que como ya no me acordaba de lo que era tener fiebre, náuseas y falta de equilibrio y fuerza, agradeceré a este año nuevo el hecho de que me haya recordado que hay que cuidarse.