Aquellos chicos con los que empecé el año ya son un poquito más mis chicos. Y ahora que acaban de recibir sus calificaciones de la segunda evaluación, merecen que les dedique un momentillo, aunque sea anónimo. Ya hemos vivido juntos muchísimos deberes, unas cuantas vísperas histéricas de exámenes y algún conflicto personal por el que hemos sacrificado la clase "solo por hoy, eh!". Progresan y creo que yo también, con ellos. Tienen sus problemas, a veces se los traen y se mezclan con el calor, el polvo de la tiza y el cansancio de las cuatro y media de la tarde. Mala combinación. Otros días llegan con una sonrisa de oreja a oreja, con un inmediato "¡profe, he aprobado Biología!", empiezan bien, terminan mejor y yo, más contenta que ninguno, aunque cierre el asunto con un austero, muy bien, pero a seguir trabajando, se me escapa el tono agudo de alegría y ellos lo notan. Mejor aún.
En fin, que no suelo rescatar temas en el blog, pero esto va bien y lo merece. El objetivo para la tercera evaluación, mejorar, porque pueden y lo merecen. Y yo, con ellos.
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