martes, 2 de febrero de 2010

Mi proceso de quijotización


Ya lo intenté una vez, hace cosa de tres años, pero la lenta velocidad de avance junto con las frases interminables y las palabras incomprensibles que me hacían desplazar la vista al margen cada 30 segundos para su esclarecimiento hicieron que desistiera demasiado pronto de su lectura. En este segundo intento, tras el periodo de adaptación a lo anteriormente descrito, una vez pasados no más de cinco capítulos, ya no pude dejar a un lado a Don Quijote de la Mancha.


Apuesto a que su merecida fama alrededor del mundo no se vería reflejada en las estadísticas de su lectura en su país de origen, pero desde aquí recomiendo encarecidamente la lectura de esta joya literaria tan nuestra, que está llena de puntos de humor e ironía. Más que recomendable es también el leerlo mediante alguna edición didáctica (tipo Anaya), ya que traducen los arcaísmos y palabras menos habituales a la vez que integran comentarios que, aunque a veces son bastante fastidiosos e incluso con caracter de spoiler, otras resultan muy útiles y ayudan a ubicarse en la época y su contexto.


Lo dicho, un poco de imaginación y a quijotizarse.